domingo, 7 de septiembre de 2014

La escultura vasca revive Arantzazu



La escultura vasca está muy viva, y lo demuestra la exposición que desde ayer acoge el edificio Gandiaga de la Fundación Arantzazu Gaur, en Oñati. Un lugar emblemático en la historia del arte vasco que se revitaliza ahora a través del lenguaje escultórico de ocho creadores de la generación posterior a aquella que en muchos aspectos fue pionera y punto de referencia a escala internacional: la generación de artistas del grupo Gaur.
Chillida, Oteiza, Mendiburu, Ruiz Balerdi, Amable Arias, Sistiaga, Basterretxea y Zumeta, con su voluntad de diálogo y relación con la vanguardia internacional, dejaron su impronta en los escultores que ahora habitan Arantzazu con sus creaciones. Pero no se puede decir precisamente que estos hayan seguido su estela. Ricardo Ugarte (1942), José Ramón Anda (1949), José Zugasti (1952), Iñaki Ruiz de Eguino (1953), Iñigo Arregi (1954), Iñaki Olazabal (1959), Koldobika Jauregi (1959) y Guillermo Olmo (1960) se sienten parte de un mismo territorio, de un tiempo próximo al de la generación de Gaur -con cuyos artistas en muchos casos convivieron-, pero cada uno ha emprendido un camino propio en el arte. Juntos, componen un panorama diverso y plural, pero al mismo tiempo con elementos comunes, tal y como refleja Amets kabi(Nido de sueños).
Este es el sugerente título de la exposición colectiva que puede disfrutarse en Arantzazu hasta el 19 de octubre. Ricardo Ugarte es el más veterano de este grupo de artistas, en su mayoría guipuzcoanos, entre los que también se encuentran el navarro José Ramón Anda y el vizcaíno Guillermo Olmo, el más joven de la muestra. Cada uno aporta a esta exposición tan especial tres piezas representativas de su trabajo de la última década bajo el comisariado de Xabier Sáenz de Gorbea. “Ha habido muchos años en que aquella primera generación que formó Gaur ha dominado el panorama escultórico vasco, y parecía que no existían más escultores vascos que ellos. La nuestra podría ser una generación perdida, o por lo menos escondida. Y en la exposición se reflejan los horizontes que se han abierto entre ambas generaciones, y a partir de esta de la que formamos parte escultores de la década de los 50”, comenta el creador donostiarra muy vinculado a Navarra -tiene casa en Pitillas- Iñaki Ruiz de Eguino. En el recorrido que plantea Amets kabi se perciben características comunes a estas dos generaciones de escultores, como la utilización de determinados materiales, como el hierro, pero a su vez otros elementos que tratan de renovar todo eso que ya está en la generación anterior, pero con nuevos planteamientos y nuevas revisiones.

Apertura
Un ventanal a diversos horizontes creativos
Como simboliza el gran ventanal a la naturaleza ante el que se muestran muchas de las piezas, estas esculturas se abren desde la tradición a nuevos mundos posibles, y a reinterpretaciones por parte de cada espectador, que las completa con su mirada. En palabras de Sáenz de Gorbea, “los artistas aquí reunidos contribuyen con sus obras a consolidar un contexto que se ha ido extendiendo más allá del de sus iniciadores”, sin desdeñar antiguas manifestaciones populares ni las neovanguardias internacionales, y asumiendo al mismo tiempo, desde la vinculación directa con la naturaleza, el trabajo con el material y “una plástica abstractizante”.
En un enclave emblemático como es Arantzazu, esta segunda generación respira e invita a respirar arte allí donde lo hicieran Oteiza, Chillida o Basterretxea. Madera, piedra, hierros, alambres, se levantan aquí esculpidos por manos veteranas, talentosas y ávidas de nuevas búsquedas de conocimiento, de nuevas significaciones vitales con las que nos invitan a entrar en diálogo. Son obras para ser contempladas huyendo de la certeza de los sentidos, dejándonos abrir, como ese gran ventanal que da al monte, a lo desconocido o a lo familiar, a lo inabarcable del espacio y el tiempo.
El trabajo del escultor navarro José Ramón Anda se concreta en tres proyectos de escultura pública que, reconoce el artista, “difícilmente, y más en estos tiempos, van a tener la oportunidad de desarrollarse a su escala”. Se trata de las obras Polifemo II -una pieza perteneciente a una serie cuya primera obra se levanta en los jardines del parque Antoniutti de Pamplona-, Sartu ahal baduzu / Entra si puedes, y otra pieza en madera que partiendo de una idea puramente geométrica hace alusión a la pareja. Anda cuenta que la generación de escultores del grupo Gaur no le influyó tanto formalmente como “en lo que se refiere a un sentimiento de pertenencia a un país, a un lugar, sin que eso sea algo extraordinario. Pero para mí fue muy importante la huella de aquellos escultores, y sobre todo de Jorge Oteiza, que es con el que tuve más relación. Fue muy enriquecedor”, afirma el escultor navarro, que no exponía desde 2012, cuando lo hizo en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Materia y desocupación, tensiones formales que evidencian el paso del tiempo, escrituras en el espacio y el conocimiento, y latiendo en todo ello, la poesía que, si buscamos con la mirada, descubriremos en el mundo, están en Amets kabi. Una justa reivindicación de una generación de artistas imprescindibles en la historia del arte vasco.
‘AMETS KABI’
Artistas. Ricardo Ugarte, José Ramón Anda, José Zugasti, Iñaki Ruiz de Eguino, Iñigo Arregi, Iñaki Olazabal, Koldobika Jauregi y Guillermo Olmo.
Lugar. Edificio Gandiaga de la Fundación Arantzazu Gaur (Oñati).
Fechas y horario. La exposición colectiva, inaugurada ayer, se puede disfrutar hasta el próximo 19 de octubre. El horario de apertura es: viernes y sábados de 11.00 a 14.00 horas y por las tardes de 17.00 a 19.00 horas, y domingos y festivos de 11.00 a 14.00 horas.

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