viernes, 5 de junio de 2015

Oteiza le dijo un día: “¿Si tú no escribes de arte, ¿quién lo va a hacer?”




Oteiza le dijo un día: “¿Si tú no escribes de arte, ¿quién lo va a hacer?”. Pero Xabier Sáenz de Gorbea no solo escribió de arte, sino que se convirtió en una de las mayores referencias e impulsores del arte vasco.
Una dura enfermedad puso el pasado jueves fin a una vida rica en experiencias cuando tenía solo 64 años de edad. Por ello, familiares, amigos y alumnos decidieron reunirse ayer en el Paraninfo de la UPV/EHU de Bilbao para despedirle en un acto emotivo, al que asistieron su mujer, Sonia Rueda, con la que compartió también su pasión por el arte, y su hermano, Roberto, con quien se embarcó en 1971 en la difícil aventura de fundar una galería de arte, Windsor, cuando apenas nadie pisaba las galerías en Bilbao, contagiados por el ímpetu de su padre.
Fue una despedida multitudinaria. El profesor, historiador, comisario y crítico de arte -ha sido colaborador de DEIA desde hace más de treinta años- consiguió ganarse la admiración y la amistad de las personas que lo rodearon. “Posiblemente, si mi hermano estuviera aquí y viera tanta gente, pensaría que no sabía si se lo merecía. Así era Xabier”, contaba Roberto a los asistentes, antes de iniciar el discurso que su hermano pronunció cuando le concedieron en 2012 el premio Gure Artea, en el que transmitía parte de su pensamiento y cultura.
Pero era obvio que todos estaban convencidos de que sí se lo merecía. Sus compañeros de la UPV/EHU, como el historiador de arte Ismael Manterola, con quien compartió docencia durante años, así lo dejaron bien claro. La lista de profesores de Bellas Artes y representantes del mundo cultural que acudieron a tributarle homenaje fue interminable: la decana de Bellas Artes, Aran-tza Lauzirika; el pintor Jesús Mari Lazkano; el director de Artium, Daniel Castillejo; Ángel Garraza, Mabi Revuelta... Pero también estuvieron alumnos que quisieron homenajear a un profesor que quiso y supo transmitirles su conocimiento. Hubo bertsos de Malen Amenabar y para finalizar, los asistentes compartieron un copa de vino por Xabier. Porque se fue como había vivido. Sin perder su manera pasional de amar la vida y el arte.

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